viernes, 7 de marzo de 2014

Mutis y botellas.

-¿A donde vas con tanta prisa? Bonitas curvas, al menos puedo ven como se contonean mientras te alejas- me decía mientras me vestía.
Huía todas las mañanas de su cama, quizá por miedo a nubes de humo, quizá por no querer ahogarme entre el etílico de sus besos.

Huía.
Pero no de miedo.
Huía.
Por cobardía.

Por prudencia me evaporaba, desaparecía.
Porque eran distintos, pero siempre el mismo.
Era él.

Y él me perseguía con la mirada gritando y la voz en silencio...
Aquella mirada sonaba alta en mi cabeza y se pegaba a mis pensamientos.

Y me olía la ropa. Y me dolía el alma. Y me comprimía el pecho. Así que VOLÉ.

Me fuí.
Hice un mutis elegantemente estrambótico.
Y desaparecí, entre botellas;

Antes de que el amor me queme, que me mate el alcohol. Y si el amor me quema, preferiré que arda rápido, así que seguiré bebiendo.

-¡Camarero! Otro vodka, por favor.

 


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