En
todo el mundo las cosas se estaban quedando sin color, sin luz, sin alegría. De
norte a sur o de este a oeste no había un solo pájaro que cantase, no había
ninguna melodía alegre y mucho menos se oía una risa.
La
gente deambulaba mustia, apenada. Los bebés no paraban de llorar, los niños no
jugaban, los ancianos no buscaban el sol en los parques, las señoras no
chismorreaban en las tiendas, los señores no hablaban de deportes…. pero nadie parecía saber que pasaba.
Simplemente una ola de tristeza y desolación había cubierto el mundo, todo era
gris, no había nada bonito ni llamativo. Todo era del mismo color que las cenizas
de una vieja chimenea.
Mientras
tanto en El Jardín de las Delicias las cosas tampoco iban nada bien, las ninfas
ya no correteaban ni hablaban animadamente, los pájaros no cantaban, no había ningún
rastro de los unicornios, ni de ningún ser mágico que soliera habitar allí,
como las hadas o duendes... Poco a poco el gris iba cubriéndolo todo, al igual
que en el resto del mundo.
Una
pequeña ninfa miraba a través de la puerta acristalada de un invernadero, tenía
la apariencia de una niña de unos catorce años, pero la mirada de alguien muy
sabio, su pelo negro caía por su espalda creando ondas y tirabuzones de
azabache interminables, sus ojos azules y penetrantes miraban al fondo de la
estancia, allí había otra pequeña ninfa, que lloraba desconsoladamente.
¿Qué
le pasaba? Ella siempre había sido alegre, había cubierto siempre el mundo de
cosas buenas con su mirada chispeante y optimista.
Ahora
su pelo castaño, larguísimo, caía lacio a los lados de sus hombros y su vestido
estaba arrugado. Se encontraba agazapada, agarrándose las rodillas y llorando
amargamente. Lloraba, lloraba mucho, incluso hasta que sus ojos quedaron secos
y aún así siguió llorando sin lágrimas.
Era
la primera vez que veía a aquella niña de mirada alegre llorar. Si aquella niña
lloraba… si aquella niña ahora estaba triste… las cosas no podían irle nada
bien al mundo ¿Qué iban a hacer sin ver aquellos ojos marrones tan cálidos y
chispeantes llenos de alegría y juventud eternas?
La
niña de la mirada inteligente empujó el ventanal y entró en el invernadero,
anduvo hasta llegar al final, donde la niña lloraba. Se agachó frente de la
pequeña ninfa, le cogió la mano con delicadeza y preguntó con su voz de campana
alta y clara:
-Querida
Alegría, me gustaría saber cual es esa pena tan grande que sufres como para
llorar tan desconsoladamente.
La
ninfa de ojos marrones miró a su amiga con los ojos hichados y rojos.
-El
mundo está muriendo.
-¿Qué,
por qué dices eso?
-El
mundo está muriendo porque el amor ha desaparecido, el hombre ha hecho de la
tierra un lugar horrible, se las ha arreglado para que el poder recaiga en unos
cuantos que destruyen la natura sin ética, y que hacen que el resto de sus
iguales permanezcan en una profunda pobreza, sin importarles. Los niños se
mueren de hambre, y mientras tanto los poderosos miran hacia otro lado. Las
guerras están destruyendo oriente y occidente, los países se enfrentan entre sí
sin más razón que el petróleo, caen inocentes a manos de sanguinarios armados,
el ser humano está destruyendo al planeta, y se está destruyendo a sí mismo.
Nadie hace nada, los pobres no tienen voz y, poco a poco, todo se acabará, han
hecho que la flora muera y que los animales agonicen por no tener los recursos
necesarios. Los pájaros no pian, los lobos no aúllan, los leones no rugen, y
los polos se deshielan. Pronto, una fuerza mayor a todos nosotros, la
Naturaleza, va a decidir vengarse del daño que le han hecho a todas sus
criaturas, considera que el ser humano no es digno, ni siquiera, de ser sí
mismo, no era dueño de nada y lo ha cogido todo, poco a poco se ha destruido y
está destruyendo lo demás.
Mientras
la ninfa hablaba, su compañera escuchaba acongojada todo lo que le decía,
mirando continuamente a su alrededor, cada vez más oscuro, cada vez más triste.
-Pronto,
tanta tristeza habrá en el mundo, que en universo se concentrará todo el
sufrimiento de las criaturas machacadas por los poderosos y se formará un agujero
negro, invencible e impenetrable, que tragará esa bola que llamamos mundo. Es
cuestión de poco, de minutos quizá, viendo esto- se levantó y anduvo dos pasos
hacia adelante, su vestido arrastraba por el suelo, mientras poco a poco todo
se volvía difuso y comenzaba lentamente a desdibujarse. Poco a poco todo empezó
a hacerse más oscuro, más difuso. Su amiga la miraba, a sabiendas de que todo
aquello iba a desaparecer, se levantó y anduvo hasta ella. Agarradas de la mano,
desde lo alto, vieron como, poco a poco, la oscuridad avanzaba, hasta que todo
se hizo negro y una especie de ruido indescriptible y ensordecedor dio paso a
una explosión de colores fluorescentes y estrepitosos, como si fuera la
explosión de una supernova. Sin más, un enorme boquete se abrió entre los
colores y, con tanto bombo como se creó el mundo, este se vio envuelto en la
oscuridad, y desapareció. Para siempre.
-MAB
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